Las lámparas de lava y su funcionamiento
Las lámparas de movimiento líquido, o popularmente conocidas por lámparas de lava son un elemento decorativo de gran atracción.
Fue un invento del inglés Edward Craven Walker en el año 1963. Aunque tuvo gran acogida en los años 70 por la juventud especialmente en las subculturas hippies. Para el diseño de esta lámpara, Craven Walker se inspiró en la silueta de un reloj de arena que vio en una taberna de Dorset (Reino Unido).
A finales de la década de los 60, empezaron a salir en series de televisión inglesas y en 1980 llegó a Hollywood con la película de Superman II. Fue en los años 90 cuando este artículo obtuvo su mayor éxito y se fabricaron millones de lámparas de lava en Reino Unido. Este artilugio tan curioso tiene un funcionamiento basado en la densidad de los fluidos. El secreto está en que la densidad de la lava cambia constantemente. El calor que desprende la bombilla oculta es la responsable de aumentar la densidad de esta. Por eso, la lava una vez caliente se eleva porque es menos densa que el agua en la que se encuentra. Una vez llega arriba, pierde el calor y baja repitiendo este proceso continuamente. Cuando se apaga y se enfría la lámpara, la cera se va al fondo del recipiente y apenas se puede ver.
Toda lámpara de lava consta de una base metálica en forma de cono y dentro de esta se encuentra la bombilla y la conexión del cable eléctrico con su interruptor. El agua y la cera son los dos fluidos principales, contenidos en un recipiente de vidrio. En la parte superior de este recipiente hay una pequeña cantidad de aire y una tapa de metal, que están ocultas por la pequeña cubierta superior también en forma de cono.
La lámpara debe tener un período de calentamiento de unos 30 minutos hasta que la cera empiece a fluir de arriba abajo debido a la densidad que adquiere. Hay que tener en cuenta que este objeto es ciertamente peligroso, no se debe colocar cerca de estufas, chimeneas o cualquier fuente de calor. La tapa del recipiente que contiene los fluidos no se debe abrir bajo ningún concepto. Tampoco se puede agitar la mezcla de la lámpara en funcionamiento ni aun estando caliente; se aconseja no superar más de 6 horas encendida para evitar que se sobrecaliente. Cabe decir que la función principal de este objeto no es dar luz a una estancia, sino propiciar cierto ambiente de tranquilidad y relajación.
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